Autor: Laura McKinney
Fecha De Creación: 2 Abril 2021
Fecha De Actualización: 16 Mayo 2024
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SINDROME DE FATIGA CRÓNICA
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Un extraño conjunto de síntomas que nos hace incapaces de dejar de mover las piernas.

¿Qué es necesario para poder conciliar el sueño? Una condición sine qua non es mantener una buena higiene del sueño. Cuidar las rutinas de forma que favorezca la somnolencia, evitar las luces o el ejercicio físico, una temperatura adecuada, todo el silencio que podamos obtener, etc. También necesitamos sentirnos relajados y libres de molestias físicas, algo que las personas con síndrome de piernas inquietas no sienten.

Estas personas, en cuanto el cuerpo descansa, comienzan a sentir una serie de sensaciones desde el tronco hacia abajo que les impide dormir y les obliga a mover las piernas para intentar aliviar las molestias. Las molestias se van para volver en el momento en que la persona vuelve a descansar.

Síntomas del síndrome de piernas inquietas

Pacientes con síndrome de piernas inquietas, cuando sientan molestias u hormigueo en las piernas, tiene la necesidad urgente de moverlos para acabar con la picazón que interfiere con el descanso. El tipo de sensaciones que puede sentir una persona con piernas inquietas es amplia, desde picor, dolores muy leves, sensaciones táctiles vibrantes, pequeños pellizcos que se mueven, etc.


En raras ocasiones también ocurre en los brazos, el pecho o incluso en la cara. Además, las sensaciones suelen ser bilaterales, es decir, pueden darse en ambos lados del cuerpo sin ningún tipo de criterio. Algunos pacientes describen una cierta alternancia, como si cuando las sensaciones de un lado desaparecieran se trasladaran al otro lado del cuerpo.

Estas sensaciones son muy incómodas, y cuanto más espera el individuo a que se vayan, más se irrita.. Es por eso que estas personas, siempre que están sentadas o acostadas, mantienen las piernas en movimiento. De esta forma el malestar desaparece durante el tiempo que están en movimiento. Sin embargo, los síntomas vuelven cuando se quiere descansar por completo, entrando en un círculo que es difícil de romper.

Curso del trastorno

Una de las características del síndrome de piernas inquietas es que fluctúa. El malestar no aparece igual a lo largo del día, pero a menudo desaparece por la mañana para reaparecer por la tarde y noche. Debido a esto, las personas sin síndrome de piernas inquietas tienen muchos problemas tanto para conciliar el sueño como para mantenerlo.


Tampoco están presentes todos los días. En la mayoría de los casos, que son leves, aparecen una o dos veces por semana, lo que es suficiente para perturbar el sueño y buscar ayuda profesional. En los casos más graves, se habla de una ocurrencia de más de dos veces por semana. A veces se producen ciertos períodos de remisión en los que los síntomas desaparecen por completo durante semanas o meses. Sin embargo, esta es una característica de las primeras etapas de la enfermedad; la tendencia de los síntomas es empeorar con el paso del tiempo.

Causas

El primer eslabón de la cadena causal suele ser desconocido.. La mayoría de los casos tienen un origen incierto, aunque hay casos de síndrome de piernas inquietas de transmisión genética. La hipótesis actual considera la posibilidad de que los circuitos de dopamina de los ganglios basales no estén funcionando correctamente. Al parecer, aquellas personas que ya tienen una alteración dopaminérgica en este lugar, como en el caso de la enfermedad de Parkinson, tienen un riesgo significativamente mayor de padecer piernas inquietas.


Hay algunos factores médicos que se han relacionado con la aparición de piernas inquietas, pero no explican todos los casos. Estos factores incluyen:

Posibles tratamientos

El manejo de la enfermedad es sintomático, no existe una cura definitiva. Sin embargo, el tratamiento sintomático ya es muy exitoso por sí solo. Para la mayoría de los casos, los cambios en la rutina diaria ya pueden ser muy beneficiosos. Tener un horario de sueño regular, hacer ejercicio continuamente por la mañana o bañarte las piernas con agua caliente o muy fría por la noche puede ser suficiente para evitar que se produzcan esas molestas cosquillas.

También existen fármacos eficaces como los anticonvulsivos, que son casi la primera línea de tratamiento farmacológico por sus efectos dopaminérgicos, o los propios agentes dopaminérgicos que se administran en enfermedades donde estos circuitos son disfuncionales, como la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, el uso prolongado de este medicamento parece empeorar los síntomas. Este fenómeno se detiene tan pronto como se retira el fármaco dopaminérgico.

Otros medicamentos, como los opioides o las benzodiacepinas, pueden ser útiles ya que ayudan a conciliar el sueño, pero en realidad no tienen ningún efecto sobre la presencia de molestias y hormigueo en las piernas. Además, no se recomienda el uso de benzodiacepinas más allá de las dos o tres primeras semanas, ya que tienen un gran potencial adictivo. Así que quizás solo sirvan de rescate en esos días en los que a pesar de seguir todos los consejos y tomar la medicación adecuada, el malestar persiste.

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